lunes, 30 de marzo de 2009

Otra Pascua es ...Posible!


Otra Pascua es... Posible!
Mensaje de Pascua 2009

Hechos de los Apóstoles 10: 34a ― 37-43


¿Por qué la noticia de la resurrección suscitó la ira y la persecución por parte de las(os) contemporáneos de Jesus? Noticias de resurrecciones eran en aquel mundo religioso menos infrecuentes y extrañas que entre nosotras(os). A nadie hubiera tenido que ofender, en principio, la noticia de que alguien hubiera tenido la suerte de ser resucitado por la Divinidad. Sin embargo, la resurrección de Jesús fue recibida con una agresividad extrema por parte de las autoridades de turno. Hace pensar el fuerte contraste con la situación actual: hoy día nadie se irrita al escuchar esa noticia. El anuncio de Pascua, la resurrección de Jesús puede ahora suscitar indiferencia. ¿Por qué esa diferencia con lo que ocurrió entonces? ¿Será que no anunciamos la misma resurrección, o que no anunciamos lo mismo en el mismo anuncio de la resurrección de Jesús?

Leyendo más atentamente las escrituras cristianas ya se da uno cuenta de que el anuncio que hacía la comunidad cristiana primitiva tenía, en sí mismo, un aire polémico: anunciaban la resurrección "de ese Jesús a quien ustedes crucificaron". Es decir, no anunciaban la resurrección en abstracto, como si la resurrección de Jesús fuese simplemente la afirmación de la prolongación de la vida humana tras la muerte. Tampoco estaban anunciando la resurrección de “un alguien cualquiera”, como si lo que importara fuera simplemente que un ser humano, cualquiera que fuese, hubiera traspasado las puertas de la muerte.

En el principio, la comunidad cristiana primitiva anunciaba una resurrección muy concreta: la de aquel hombre llamado Jesús, a quien las autoridades civiles y religiosas habían rechazado, excomulgado y condenado. Cuando Jesús fue atacado por las autoridades, se encontró solo. Sus seguidores más cercanos lo abandonaron, y la Divinidad misma guardó silencio, como si también lo hubiera abandonado. Con su muerte en la cruz, todo pareció concluir; obviamente, sus seguidores se dispersaron y quisieron olvidar ese hecho tan traumático.

Pero ahí ocurrió algo. Una experiencia nueva y poderosa se les impuso: ¡sintieron que estaba vivo! Pues; les invadió una certeza extraña: la Divinidad sacaba la cara por Jesús, y se empeñaba en reivindicar su nombre y su honra. «Jesús está vivo», no ha podido la muerte con él. Ella lo ha resucitado, confirmando la veracidad y el valor de su vida, de su palabra, de su causa. Jesús tenía razón, y no la tenían quienes lo expulsaron de este mundo. La Divinidad está de parte de Jesús. Ella respalda la causa del crucificado. El crucificado ha resucitado, ¡Jesús vive!

Y esto era lo que verdaderamente irritó a las autoridades religiosas: Jesús les irritó cuando estaba vivo, y les irritó aún más cuando resucitó en la mente y corazones de sus amigas y amigos más cercanos. A las autoridades civiles y religiosas, lo que tanto les irritaba no era el hecho físico mismo de una resurrección, que un ser humano esté muerto o vivo; lo que no podían tolerar era que aquel ser humano concreto, Jesús de Nazaret, cuya causa, su proyecto, su utopía, su buena noticia; que tan peligrosa habían considerado y que creían ya descartada al haberlo crucificado, volviera a ponerse en pie y estuviera viva.
Y no podían aceptar que la Divinidad estuviera sacando la cara por aquel crucificado condenado y excomulgado. Era imposible para ellos que la Divinidad se manifestara a favor de Jesús, que lo avalara. Ellos creían en otra divinidad, no en la que las y los primeros cristianos creían reconocer en aquella experiencia de sentir en todo su ser a Jesús resucitado.

La comunidad cristiana primitiva, redescubrió en Jesús el rostro Divino, comprendieron que Jesús era el verdadero Amigo, la Verdad, el Camino, la Vida, el Principio y Fin de todo cuanto existe. La muerte no tenía ya ningún poder sobre él. Estaba vivo. Había resucitado. Y no podían sino confesarlo y «seguirlo», «persiguiendo su Causa», obedeciendo a los propósitos divinos antes que a los humanos, aunque costase perder la vida.

Creer en la resurrección no era pues para ellas(os) tanto la afirmación de un hecho físico-histórico, ni una verdad teórica abstracta (la vida post-mortal), sino la afirmación contundente de la validez suprema de la Causa de Jesús, por la que es necesario vivir y luchar «hasta dar la vida».

Creer en la resurrección de Jesús es sobre todo creer que su palabra, su proyecto y su mensaje (¡el gobierno del Amor y la Justicia!) expresan el valor fundamental de nuestra vida. Y si nuestra fe reproduce realmente la fe de Jesús (su visión de la vida, su opción ante la historia, su actitud ante los pobres marginados y discriminados y ante los poderes opresores...) será tan conflictiva como lo fue en la predicación de aquellas y aquellos cristianos, en su comienzo o en la vida misma del Nazareno.

En cambio, si a la resurrección de Jesús, la reducimos a un símbolo universal de vida post-mortal (como podría serlo en el universo común de las religiones o en las enseñanzas cristianas medievales o a la simple afirmación de la vida sobre la muerte, o a un hecho físico-histórico que ocurrió hace veinte siglos... entonces esa resurrección queda vaciada de contenido y ya no dice nada a nadie, ni irrita a los poderes de este mundo o incluso desmoviliza en el camino de la Causa de Jesús.

Lo importante no es creer en Jesús, sino creer como Jesús. No es tener fe en Jesús, sino tener la fe de Jesús: su actitud ante la historia, su Causa, su opción por los pobres y todas las oprimidas y oprimidos, su propuesta, su lucha decidida...

Creer lúcidamente en Jesús, para nosotras(os) personas creyentes de la Comunidad GLTTB es salir del placard, tal como lo hizo Jesús, simbólicamente, al salir de la tumba para ser una(o) misma(o), disfrutando de nuestra corporalidad sin miedos ni culpas; pues con ella existimos, disfrutamos, nos relacionamos, interactuamos, somos personas plenas... Creer lúcidamente en Jesús, implica volver a descubrirlo en su humanidad histórica y el sentido trascendente de su mensaje. Es luchar para que todos los seres humanos, gocemos de los mismos derechos. Si no vemos, los resultados inmediatos, abramos caminos; de manera que, otras y otros sigan luchando; de esa manera experimentaremos nuestra propia resurrección como un acto históricamente trascendente, tal como fue hace veinte siglos.

¡Sí, otra Pascua es posible! Pues, creyendo con esa fe de Jesús, las «cosas de arriba» y las de la tierra no son ya dos direcciones opuestas, ni siquiera distintas. Las "cosas de arriba" son la Tierra Nueva y el ser humano nuevo que están injertadas ya aquí abajo. Hay que hacerla nacer en el doloroso parto de la Historia, sabiendo que nunca será fruto adecuado de nuestra planificación sino don gratuito de Aquel que viene. Buscar "las cosas de arriba" no es esperar pasivamente que suene la hora final (que ya sonó con Jesús, hace veinte siglos) sino hacer realidad en nuestro mundo, el gobierno del Resucitado y su Causa: gobierno de Vida, de Justicia, de Amor y de Paz.

¡ Felices Pascuas para Todas y Todos !

Pastor Roberto González
Presidente

Boletin del Centro


Diversidad Sexual y Religión

Con este título, la organización Católicas por el Derecho a Decidir publicó el primer volumen de la colección "Religión, Género y Sexualidad" cuyo contenido, siete artículos, desarrolla las ponencias presentadas en el Primer Seminario Interreligioso de Diversidad Sexual y Religión del Cono Sur.
Entre los autores figuran el Pastor Roberto González presidente del Centro y Norberto D'Amico, cuyo trabajo "Pastoral de lo Político" se centra en las conexiones entre pastoral y política desde una mirada de la diversidad sexual. "Los autores sostienen que la praxis pastoral de las personas GLTTB desafía la posición política de las iglesias ya que implica un compromiso al cambio de las estructuras de opresión".
La edición fue compilada por Juan Marco Vaggione y contó con el apoyo de HIVOS y el auspicio del CONICET. Para mayor información: coleccion@catolicas.com.ar


Ecupres Publicó Nuestra Evocación

La agencia de noticias Prensa Ecuménica (Ecupres) publicó la evocación de la Dra. Marcella Althaus-Reid, "Una Tristeza Indecente" escrita por Norberto D'Amico, vocero del Centro. Es la primera vez, por estas tierras sudamericanas, que una agencia de noticias cristiana publica un escrito de un activista religioso de los derechos de la diversidad sexual. El Centro agradece a su director la oportunidad de rendir homenaje público en sus páginas, a una Maestra y una Amiga.
El artículo puede leerse en: www.ecupres.com.ar/noticias.asp?Articulos_Id=3593


Grupo de Lectura

La actividad, que consiste en una lectura grupal y discusión, comenzó el 14 de Marzo, en la sede social del Centro, Paraná 157 F, alrededor de la obra "Intuiciones Ecofeministas" de la teóloga brasileña Ivone Gebara. Las personas interesadas tienen otra oportunidad de sumarse a este grupo el Sábado 25 de Abril. Para mayor información: nrdamico@speedy.com.ar


Semana Santa 2009

Domingo 5 de Abril a las 19 hs:
Celebración de Domingo de Ramos

Viernes 10 de Abril – Santo – a las 17 hs:
Celebración del Ágape
Proyectaremos el video “Tokio Godfathers”
(“Padrinos de Tokio”)
Película animada de Satoshi Kon.

Domingo 12 de Abril a las 19 hs:
Celebración de Pascua

Todas las personas son bienvenidas a participar.

En la sede social del Centro: Paraná 157 1 F.
Más información: pastordelcentro@speedy.com.ar

martes, 3 de marzo de 2009

En Memoria de Marcella Althaus-Reid

20 de Febrero de 2009

Con muchísima pena compartimos la noticia del fallecimiento de la Profesora Marcella Althaus-Reid el viernes 20 de Febrero en el Hospital Marie Curie de la ciudad de Edimburgo, Escocia, a raíz de un infarto múltiple.

Marcella nació en la ciudad de Rosario, Pcia. de Santa Fe, Argentina y cursó estudios en el Instituto Universitario ISEDET de la ciudad de Buenos Aires. Obtuvo su Doctorado en Teología en la Universidad de St. Andrews. Era titular de la Cátedra de Teología Contextual en la Universidad de Edimburgo.

Sus trabajos fueron únicos e ineludibles, como lo fue su concepción de temas como la corporalidad y la sexualidad. Entre estas elaboraciones se destacó indudablemente "Teología Indecente". Aún cuando su obra es celebrada en el mundo, por las particularidades de su adscripción a la Teología Latinoamericana de la Liberación, en este continente es todavía resistida.

Una reseña biográfica y bibliográfica puede ser leída en la dirección
www.div.ed.ac.uk/marcellamari

El Centro lamenta la pérdida de una amiga entrañable y una compañera de lucha. Su voz está más presente que nunca, renovando nuestro compromiso.

Hacemos llegar el más afectuoso deseo de consuelo y paz a su esposo Gordon y su mamá Ada.

Norberto D'Amico



(Corazón) ...de Estudiantes
Por el pastor Roberto González

Es difícil, para mi, evocar a Marcella, sin recordar gran parte de mi vida como estudiante de teología en el ISEDET. Era la más brillante de mis compañeras, leía varios idiomas, preparaba las clases causando el pánico de profesores menos versados... Siempre fue cuestionadora, segura, de convicciones firmes. No me extrañó su carrera y menos aún que sus elaboraciones teológicas, sus escritos, sus artículos y conferencias resultaran especialmente atractivos, movilizantes y profundos.

Claro que nuestros caminos eran imprevisibles, impensables en ese tiempo: ¿Alguien hubiera creído que esa dulce y frágil mujercita abordaría temas de género, sexualidad y pobreza de una manera tan rotunda? ¿O que yo dedicaría mi vida a la tarea pastoral con la diversidad sexual?

Nunca! Veníamos de una espiritualidad conservadora y la Teología de la Liberación, en nuestros primeros años de estudios, nos abría perspectivas maravillosas, pero nada de diversidad, nada de feminismo y mucho menos sexualidad. Ni siquiera sospechábamos que estábamos sentados en el fermento de una nueva generación, que comenzaba a vislumbrar sus batallas y exilios, entre la biblioteca y el claustro.

Nuestra amistad se formó en ese confuso vivenciar y fue creciendo en apoyo mutuo y confidencias. Un día, Marcella me invitó a conocer su casa en Olivos. Llegué puntualmente pero desencajado. Había protagonizado una movida trifulca familiar. Yo estaba casado y vivía con mi esposa e hijos entonces. Comenzamos a hablar y le conté... ella escuchó en silencio. Después comenzó a decirme que a su casa venían muchos chicos, jóvenes gays: “Tan necesitados de Dios...” “Hermanito, vos que tenés una espiritualidad tan profunda, que serviste tantos años en el Ejercito de Salvación... ¿No te animarías a traerles la Palabra a estos muchachos, a mostrarles el amor de Dios...?” Yo contesté con furia: “Estás loca Marcela. Yo no soy gay!!“ Me miró, con una enorme ternura. Sonrió y dijo: “Tomamos unos mates...?

No, nunca lo hubiéramos imaginado...

Marcella fue la primera, de esa generación, en emprender el exilio. Cuando me asumí, ella estaba en Europa, iba y venía. Su apoyo siempre me hizo fuerte. Luego vino mi propio exilio de las iglesias tradicionales. Y el de otras y otros. Cada re-encuentro fue un milagro. El milagro de nuestras vidas transformadas, auténticas, verdaderas, luchadoras, sin sombras.

La noticia de su partida me compromete, aún en el dolor, a ser más auténtico, más libre y más comprometido con aquello que hemos creído. Estoy seguro que, nuestro próximo encuentro, del otro lado del arco iris, será festivo, luminoso.. Habremos ganado la batalla definitiva!


“¿Se acuerdan queridos? ¡Qué épocas! Dictadura, miseria, represión y nosotros en la iglesia militante. Nosotros, pensando en Bonhoeffer. Nosotros leyendo a Gutierrez. Nosotros, mientras Cardenal leía salmos con los campesinos en Nicaragua. Nosotros haciendo obra en las comunidades de base, releyendo los profetas... (pero el corazón siempre estaba entre paréntesis; el corazón, en el armario, esperando tiempos mejores: otros corazones, otros amores y otras liberaciones).”
Marcella Althaus-Reid “Liberation Theology and Sexuality”



Una Tristeza Indecente
Mi recuerdo afectuoso y agradecido de Marcella Althaus-Reid
Por Norberto D'Amico

Supongamos que estamos en 1991. La teóloga argentina entra en un departamentito del barrio de Almagro, tapizado de margaritas anaranjadas. Calla ante el empapelado chillón, para dirigirse, atenta, a sus habitantes. “Uy, que lindo!” dice señalando con el gesto unos cajones rústicos de madera encimados con cierta gracia. Si, aquellos que habían contenido la fruta en los mercados y ahora sostienen libros apilados, pequeños cacharros mexicanos y una cruz enorme, negra, de cartón, con un triángulo rosa en el centro, que ya protagonizó su primer enfrentamiento público con la curia católica. “...frente a la Catedral, y detrás de la cruz estaba todo el movimiento...y había mujeres y trans... “ le contamos, asombradísimos.

Años después, el aroma de la fruta y el sexo de las vendedoras de limones en las calles de Buenos Aires, le servirían de inspiración para introducir la obra que tiró, en la cara de los dinosaurios, los calzones de la teología:

“¿Debe una mujer llevar bragas en la calle o no? ¿Debe quitárselas, digamos, cuando decide acudir a la iglesia, como recordatorio más intimo de su sexualidad en relación con Dios? ¿Cual es la diferencia si la mujer vende limones y, así, se los vende a usted en la calle, desprovista de ropa interior? Mas ¿Cual es la diferencia si así se sienta a escribir teología?..." se pregunta Marcella, en la introducción de su Teología Indecente, por el año 2000.

Pero todavía estamos a principios de los noventa. Marcella saca un grabador y nos anuncia que vino desde Inglaterra a hacer una entrevista: “Teología de la liberación gay”. Además de trámites, visitas familiares... “Porque sabés...? allá es otra historia...” Incansable y conversadora, formula preguntas largas, pero de una profunda coherencia. Veo el afecto, que digo afecto! el amor, en sus ojos. Y la simpatía en los de su compañero Gordon, que no entiende mucho lo que hablamos en nuestro porteño castellano, con mate de por medio, grabación, narrativa de sus aventuras por Europa, la tarea con las teólogas feministas, las cosas de nuestras vidas de “locas”.

Praxis y más praxis con las pobres mariconas de la fe, eso es lo que hacemos, Marcella... Les tiramos los calzones en la cara a los moralistas cristianos. Como harás vos. Aunque todavía no sabemos lo que estamos haciendo...

“En común, siglos de opresión patriarcal en esa mixtura latinoamericana de clericalismo, militarismo y autoritarismo de la decencia....” sigue Marcella.

El artículo volvió impreso, mucho tiempo después, con detallada narración sobre el mate y la orgullosa impronta de la tarea que realizábamos acá, acompañado, más tarde, con algunos libros de teología feminista, cartas y bastante más tarde, correos electrónicos en los que iba y venía, aparecía y desaparecía. Como siempre. Y como ahora, en el momento menos esperado...

Nada pudo el tiempo, opacar el impacto de aquel primer contacto con esa tejedora de redes, brillante confesora de extraños enunciados epistemológicos: bisexuales, queer, porteños... Su gota, desbordando el menos común de los sentidos, pero el más perpetrado, sigue calmando, apenas, mi sed.

“Si visita usted mi ciudad, Buenos Aires, trate de conocer, por favor, a las mujeres vendedoras de limones que verá sentadas en las calles de determinados barrios...”

Un hilo nos sujeta en la tristeza, hoy, de Norte a Sur, de Este a Oeste. No se si nombrarlas y nombrarlos, pero siento vibrar su pena. Te agradezco tanto, Marcella, este hilo que me ata a tu manojo de cuerpos y sexualidades, interpelados por los afanes de liberación, hechos textos de la rebelión y gestos de amistosa bienvenida a la Divinidad Queer que abraza nuestros muertos y nuestros vivos.

Como me dijo Andre Sidnei Musskopf desde su Sao Leopoldo, tras la noticia que menos queríamos leer, la que editó la tristeza de Mary Hunt en su Washington DC: “nos irmanamos nesta tristeza como sabemos fazer”.

Esta tristeza indecente, que llora de amor en la injusticia del mundo y todo lo dice en Dios.